El Orden

El Orden

Ah! El orden… Llevo un tiempo dándole vueltas, porque como cada cambio de estación se me revuelven las cosas. Tengo que cambiar el armario, me cambia la rutina, se me acelera el tiempo y parece que no consigo pillarle el paso aunque me afano en ir tan rápido como puedo de un sitio para otro.

Y al hacerlo voy dejando tras de mi un reguero de desorden.

Hay quien afirma que el desorden en nuestro espacio personal es un indicio de miedo. Los estudiosos del Feng Shui le atribuyen distintos significados en función de dónde se acumule. Pero para mi es más bien un indicio de desorientación, dispersión, de tener demasiadas cosas en la cabeza…

En el Kybalion los herméticos decían que “como es arriba es abajo, como es fuera, es dentro“, es decir que no hay diferencia entre dimensiones, dado que todas resuenan en una misma longitud de onda.

He comprobado tanto en mí como en algunas de las personas a las que acompaño, que este principio hermético se cumple con matemática precisión: el desorden interno crea desorden externo.

La vida que vivimos fuera es un reflejo de lo que llevamos dentro. Ser conscientes de este hecho nos permite utilizar la actividad de ordenar como una magnífica forma de calmar nuestro interior, de “ordenarnos” por dentro, de hacer sitio a lo nuevo. Es decir, trabajar de fuera hacia adentro: crear orden en nuestro exterior para así encontrarnos más centradas.

Hay a quien le encanta y a otras personas, sin embargo, nos cuesta mucho ponernos a ordenar. Es una actividad que puede llegar a ser irritante. Y es que antes del orden solemos acrecentar el caos. A veces, tenemos que “desordenar más” para “hacer sitio al orden”.

Llevar a cabo la actividad de forma meticulosa, sin prisa, conteniendo la irritación inicial, puede dar paso a un pequeño oasis en el que el tiempo parece detenerse mientras inspeccionamos cada pieza del desorden antes de encajarla en el puzzle de nuestro nuevo orden.

Para que esto funcione, no creas que el orden es colocar cada cosa en su sitio. El orden está en que cada elemento encuentre su lugar.

Permítete redescubrir cada uno de los retazos y objetos que vamos ordenando, puede ser fuente de sorpresas. Podemos llegar a encontrar cosas que creíamos perdidas, rememorar situaciones que ya ni recordábamos o tal vez, encontrar una nueva vía, un hilo conductor para un nuevo proyecto, una idea, una llamada…

Y prestando atención a cómo ordenas cada cosa, encontrarás que algún objeto, o tal vez algún pensamiento, emoción o idea, tiene mejor cabida en otro sitio. Este pequeño cambio abre con toda seguridad una nueva perspectiva que se ve subrayada por la tranquilidad de contemplar que todo está ahora realmente en su sitio.

Si estás así por dentro, prueba a ordenar fuera y verás cómo funciona.

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Marta Martínez Arellano
Desarrollo personal y profesional

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