30 Ene Burbuja emprendedora
Uno de los efectos más devastadores de una larga temporada en el paro es sentir que «estás fuera», que «no cuentas», que «no vales», que «no hay sitio para tí» en esta sociedad acomodada que garantiza el derecho a un trabajo digno. Y a veces tienes la tentación de ocuparte en cualquier cosa, a cualquier precio. «Empresa multinacional de consultoría busca licenciado con dos idiomas en prácticas para poner en marcha el departamento de comunicación. Contrato inicial de seis meses, horario de 9 a 2 y de 5 a 7. Salario inicial: 150 euros.» No es inventada, es real. Nuestros licenciados ganan más como camareros, barrenderos o limpiabotas que como profesionales con estudios, ocupando puestos que no satisfacen sus aspiraciones intelectuales, pero sí sus necesidades básicas. Sin embargo habrá alguien que la acepte, “porque yo estudié, no para… sino para hacer otras cosas y esto es de lo mío; o eso o me pongo por mi cuenta”. Los empleadores se acostumbran a precios a la baja, porque como en el «Killer Karaoke» siempre hay un «quién» dispuesto a rebajarse más a cambio de un minuto de gloria o seis euros de apapacho, pero sobre todo porque saben que hay gente que necesita vivir de «lo suyo». Para emprender lo primero que hace falta es desear hacerlo, desde la convicción de que eres válido y puedes resolver una necesidad real a tu manera cobrando por ello. Cuando uno «está fuera» está desconectado de la necesidad y de los flujos de dinero. Por eso el primer paso es conectarse a los flujos reales que circulan por el mercado. En una sociedad como la nuestra en la que se da la paradoja de estigmatizar al empresario y adorar al emprendedor, veo yo complejo el maridaje de esta fiebre del emprendimiento con las necesidades de la super-estructura social del bienestar que nos hemos montado. Emprendedor.es hizo en mayo esta encuesta sobre el boom emprendedor. Se está creando un «ecosistema» de fondos públicos, iniciativas mixtas, asesorías, coaches… en torno a un fenómeno que tampoco aborda un problema social de base: hay pocas ganas de emprender y se castiga severamente el emprendimiento fallido. Es difícil trabajar el emprendimiento desde una mentalidad de «sueldo para toda la vida». Tal vez debiéramos emplear fondos en regular contratos que reflejen realmente el precio del talento, propiciar un sistema educativo que aliente el riesgo y el descubrimiento de las propias capacidades, en impulsar normas que no discriminen a quien lo intentó sin éxito, o en subrayar públicamente el valor de la empresa y su creación de riqueza… Y sobre todo en romper burbujas y en conectar directamente con las necesidades reales del mercado. Emprender es una actitud, requiere ser poderosamente consciente de que lo que haces depende enteramente de ti, bailar bien con la incertidumbre y confiar en las propias capacidades. Un proceso personal que se entrena y que comienza por ser sabedor de que sólo fracasa quien no lo intenta… Que te importe una higa lo que diga quien no se atreve. Es una actitud, que abarca todos los aspectos de la vida, que nos permite sentirnos realmente dueños de lo que hacemos, gerentes de nuestro propio Yo, S.I. (Sociedad Ilimitada) y eso es un proceso personal, ya sea por cuenta propia o ajena. Marta Martínez Arellano
Coach de desarrollo de personas y organizaciones #hazquesuceda ]]>
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