08 Dic Emprendimiento social
Desde hace tiempo vengo escuchando la definición de “emprendimiento social”, en la que, según quien lo utiliza y define, el proyecto emprendido busca no sólo su sostenibilidad económica, sino el bienestar de su comunidad poniendo el énfasis en la resolución de problemas sociales concretos.
Tengo para mí, que todo emprendimiento es social, ya que la primera necesidad que cubre es la del emprendedor, que busca satisfacer sus propias aspiraciones como miembro de una comunidad concreta, y sus acciones impactan en esa comunidad y en un mundo cada vez más global. Por otro lado, hace unos meses Institución Futuro, reveló que el 43 % de la sociedad española piensa que la empresa es perniciosa para la sociedad.
Desde mi modesta experiencia y visión, al perder la dimensión humana del proyecto y confinarlo a un enjambre de metodologías y cuentas de pérdidas y ganancias, todo proyecto empresarial cae en una miopía que le impide ver su impacto en el entorno, deja de ser consciente de su trascendencia. Nuestra cultura ha primado el proceso frente al colectivo social que conforma la empresa, la cuenta de resultados frente al Valor aportado al mercado, las grandes cifras económicas frente a los indicadores de bienestar, el Fortune 500 frente a los indicadores de impacto medioambiental de sus iniciativas millonarias.
En el entorno en el que yo me muevo surgen cada vez más iniciativas de emprendimiento consciente que se vuelcan en aportar Valor, con la combinación comprometida y emprendedora de personas que se unen para hacer algo juntas satisfaciendo necesidades de su comunidad, mercado, entorno y del mundo. A este movimiento se le ha dado en llamar “capitalismo consciente”.
Raj Sisodia, uno de los economistas que más ha estudiado este movimiento nos cuenta que frente al 3% de rentabilidad de las empresas convencionales a tres años, los resultados económicos de empresas “que enamoran”, que convocan e involucran a TODOS en su desarrollo e impacto, alcanzan el 21,1%, una diferencia nada desdeñable que se multiplica hasta el 1646,1 % en cifras acumuladas a 15 años.
La explicación es que cuando los trabajadores se comprometen con el proyecto y lo emprenden por convicción propia y cuenta ajena, cuando los socios se comprometen emocional y personalmente con el proyecto y cuando el entorno percibe el beneficio del proyecto, las ventas se disparan, la contribución de la empresa se multiplica y sus resultados suben como la espuma, porque son realmente, eso, resultados de aspirar a satisfacer de forma consciente y sostenible una necesidad humana, social y de mercado, no son el objetivo en sí mismos.
Valores como el compromiso de los trabajadores, compartir el proyecto dentro y fuera de la organización y buscar las mejores condiciones de vida, trabajo, economía y bienestar para –como decíamos al jugar a pillar de pequeñ@s- “mi y todos mis compañeros y para mi el primer@”, es rentable y todas las empresas deberían reconocerlo transformar su modelo a un modelo de los llamados “sociales” no sólo por su bien, sino por el de su entorno y el mundo en el que vivimos.
Al acompañar esa transformación, para mí lo más destacable es el empoderamiento que proporciona al gerente de la empresa que la lidera. Es cierto que requiere no pocas dosis de valentía para romper las formas “tradicionales de hacer” y abrazar otras nuevas, reconocer lo que has hecho mal o permitir que tu estructura deje de ser piramidal para ser más circular e inclusiva. Sin embargo, todos aquellos con los que he trabajado afirman que hay un punto en el que el proyecto adquiere para ell@s una nueva dimensión y sentido. Pueden comprometerse con él de forma coherente, se sienten bien con ello, sienten que el proyecto les tiene en cuenta como personas, y les resulta más sencillo motivar al equipo.
La comunidad de consultores CTT compartimos herramienta y resultados y apoyamos a empresas de todo el mundo a realizar ese cambio. Toda empresa es por naturaleza social. Transformar cualquier empresa en una empresa consciente de su impacto social que enamore por ello es no sólo factible, sino evidentemente rentable.
Marta Martínez Arellano
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