Engramas, huellas del recuerdo

Engramas, huellas del recuerdo

engramasTiene más de cincuenta años. Es una profesional concienzuda y exitosa. Está cansada. En un momento determinado de todos y cada uno de sus proyectos, termina por abandonar o delegar. Desea cambiar su aproximación a los proyectos que emprende. Al hilo de la polémica, me permite compartir. A lo largo de nuestras sesiones descubre ciertos patrones de comportamiento, y cómo éstos van asociados a determinados dolores e incomodidad en su cuerpo. Utilizando emociones y herramientas diversas como PNL y relajación, hemos rastreado en sus recuerdos momentos en los que sintió que necesitaba “salir de ahí”. Bajo muchas, muchas capas de justificaciones mentales, resurgen con naturalidad y sin necesidad de contarlas verbalmente, heridas que creía cerradas. Una de ellas, un aborto. Creyó haberlo superado. Ella no recuerda que en la fecha precisa en la que dicho embarazo hubiera llegado a término pasó por una época de irritabilidad y angustia. Jamás vinculó ambos fenómenos. Los estudios afirman que están vinculados. El cuerpo recuerda que en ese momento debería estar alumbrando otra vida. El aborto deja huellas. Huellas o marcas en nuestro cuerpo energético y en nuestro subconsciente. El arrebol de hormonas y emociones de un hecho tan significativo, no se desvanece por medio de procesos de racionalización en los que justificamos una acción o su contraria. La mente, sin embargo, es capaz de convencernos de lo contrario y enterrar bajo capas de convencionalismos e interpretaciones variadas todos y cada uno de los indicios que nos hablan de que no hemos superado ese hecho concreto. Las huellas que no se curan son como cicatrices. Los científicos los llaman Engramas. Se graban en el cerebro, en nuestro subconsciente y en nuestro cuerpo energético. Al igual que el mal tiempo nos señala un esguince mal curado, con frecuencia un evento, una emoción… nos recuerda un evento o acción mal “curados”, pero no solemos vincular ambos fenómenos con la naturalidad con la que vinculamos el mal tiempo y el esguince. Eso no significa que el vínculo no exista… En análisis sistémico, niñ@s a los que nunca se les había comunicado que entre él/ella y su hermanit@ se produjo un aborto, con frecuencia reflejan dicho evento en las representaciones familiares que realizan. Ell@s no lo sabían de forma consciente, sin embargo en algún momento de su vida sintieron esa “cicatriz” en su historia familiar y la reflejan a la hora de expresar cómo es su familia y qué lugar ocupa cada un@ en ella. En los últimos tiempos hemos llegado a creer que el cuerpo es el vehículo de nuestra mente. Incluso hay quien ha decidido registrarlo como objeto de su propiedad. Esto es una simplificación cuando menos peligrosa. Nuestro cuerpo es mucho más que una posesión, es parte de nuestro Ser y de nuestra consciencia. El hecho de no ser conscientes de lo que nuestro cuerpo experimenta, siente o recoge no hace que esos eventos no existan. El hecho de no ser conscientes de ello o de “decidir” no sentirlo, no hace que dichos eventos dejen de impactar de una u otra manera en nuestra vida, nuestra salud y nuestra historia. Ella creía haberlo olvidado. Pensó que lo tenía superado. Hemos trabajado las emociones asociadas. Ha hecho las paces con su pasado. Ha aceptado. Ha conectado con su cuerpo y lo que ése le cuenta. Ese simple hecho de ser consciente de todo ello y de aceptarlo de forma consciente e inconsciente, no sólo ha abierto nuevas vías de comprometerse con sus proyectos y con su vida, sino que también ha mejorado su salud. perfil bautizo 2013Marta Martínez Mentor-Coach de desarrollo personal y profesional. Master en psicología transpersonal  Transformación empresarial. ]]>

No hay comentarios

Escribe un comentario

quince − 12 =