Especial y Rentable 3. Define tu Promesa

Especial y Rentable 3. Define tu Promesa

Ahora que ya hemos indagado en nuestras aspiraciones personales a través del “para qué” y dialogado con nuestro cliente ideal a través del “quién”, tenemos que ocuparnos de definir “nuestra Promesa” a través de la pregunta “qué”: “¿qué problema le resuelvo a mi cliente ideal? ¿Qué le ofrezco para resolver ese problema?”

Ha quedado claro que a la hora de rentabilizar nuestros recursos, no importa tanto lo buenos que éstos sean como su utilidad para quien está dispuesto a invertir en ellos. Es decir, nadie te paga por saber idiomas, por ejemplo, sino porque al contratarte pueden comunicarse con personas que no hablan su mismo idioma. Leavitt lo decía de este modo: “Nadie compra taladros, sino agujeros”.

Es curioso que la gran mayoría de mis clientes digan que “lo comercial no les gusta, o no es lo suyo” y sin embargo les encanta casi a todos hablar de aquello que les interesa y de la cantidad de cosas que pueden hacer con sus recursos; a todos nos gusta idear nuevas soluciones, proponer alternativas.

A la hora de plantearte tu “promesa” –tu oferta- a tu cliente ideal, te propongo que lo hagas desde esa capacidad tuya, única y especial, de proponer soluciones a los problemas. Déjate llevar, no te cierres a lo que te parece conveniente o adecuado, no te fijes en lo que hacen otros… idea lo que harías tu. Porque tu propuesta es única y especial si la haces desde la coherencia contigo misma y desde tu propia imaginación e inventiva. Ten en cuenta que tendrás que mantener esa Promesa a través de tu propio compromiso con ella.

Por eso, coherencia y originalidad son dos de los elementos más importantes a la hora de configurar una propuesta de valor a tu medida, única y especial: ¿Qué le ofreces a tu cliente? ¿Qué tipo de “agujero” es el que le sirve a tu cliente para avanzar? ¿Qué se lleva tu cliente? ¿Qué cambio o transformación recibe? Es aquí donde se unen tus capacidades y las necesidades del mercado: es tu Promesa a tus clientes.

Esta Promesa lleva tu propio sello… ¿Qué forma tiene? ¿Qué olor, sabor, color…? ¿Qué emociones lleva aparejadas? ¿En qué se diferencia de otras soluciones parecidas o sustitutivas?

Sea un producto o un servicio, aquello que ofreces a tu cliente convierte en entregable tus capacidades, las traslada de la dimensión hipotética a una realidad tangible que satisface la necesidad de tu cliente, tiene un efecto en él o ella y a ti te reporta unos ingresos.

¿Por qué tu y no otra? La definición de TU promesa, esa con la que a ti te apetece comprometerte, requiere coherencia, imaginación e innovación, y también claridad en su definición para conseguir que todos vean que eres única y especial y de este modo puedas ser también rentable.

 Marta Martínez Arellano

Desarrollo de Personas y Organizaciones
En Femenino

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