I Jornadas sobre el Duelo Goizargi

26 Oct I Jornadas sobre el Duelo Goizargi

Sala llena de gente y emociones. Incluso hubo quien se quedó fuera en esta Primera Jornada sobre el Duelo de Goizargi, en la que gentes de pudor estrecho y convencionalismo amplio habrían tenido que evitar verdades como puños y gentes de emotividad y lágrima ligera, sintieron la caricia contenida de la congoja sincera, desnuda e integrada. Tras las presentaciones iniciales quedó claro que iba a ser una jornada “desde las tripas”, preparada con el amor de quien es consciente de que es imprescindible ahondar en profundidades que como sociedad escondemos bajo la alfombra y cuando quedan al descubierto, nos dejan desnudos. Ayer se podía sentir a cada paso el abrigo de voluntarios y asociados que miraban a los asistentes a los ojos a ver si faltaba algo, mientras se miraban entre sí con cálida complicidad. En el bufet libre de Fidel Delgado se nos invitó a servirnos a nuestro acomodo luminarias diversas para la ampliación de los márgenes del miedo en la multidimensionalidad del Ser ante la Vida. En la mesa redonda, se nos invitó a explorar la espiritualidad frente a la materialidad de lo científicamente comprobado; al maestro se le pidió que educara para la Vida abrazando el sufrimiento de la ausencia que deja la muerte en el aula; al médico de cabecera se le animó a REFINAR (Relacionarse, Escuchar, Facilitar, Informar, Normalizar y Orientar) en lugar de a recetar para abordar el dolor sin anestesiarlo; y a considerar la acogida y acompañamiento en la muerte y el duelo como un servicio público en el Hospital San Juan de Dios en Pamplona. Todo ello de la mano de Iosu Cabodevilla, Kepa Camiña, Jesús Ángel García y Rakel Mateo, presidenta de la Asociación. Y al llegar a los talleres, cada cual definió sus intereses y objetivos para llevarse a casa un bocado de aire fresco que digerir despacito por la densidad y hondura de cada una de las frases de las ponencias y propuestas de la jornada. A mí, que acompaño duelos individuales y empresariales de diversa naturaleza, la jornada me dejó no sólo esos deberes personales sino el sabor de boca esperanzado de que algo se mueve y se remueve a la hora de abordar los dolores de la Vida desde una comprensión más honda. Se había roto, si bien un poquito, la dura costra de un tabú que silencia y acalla bajo capas de miedo y ejercicios que desvían la mirada, un duelo que pide ser acompañado y mecido en compañía. Un dolor que necesita ser mirado de frente. Ya lo decía Cohen, “sólo por la grieta puede entrar la luz” y nadie mejor para abrir esa grieta que una asociación que comprende que hay que trasmutar el dolor y el sufrimiento en la tranquilidad de un capullo antes de salir volando nuevamente como mariposa. Gracias a Goizargi, ponentes, asociados y voluntarios.   Marta Martínez Arellano