04 Mar Mentor, Coach o Consultor
Mentor, Coach o Consultor… AMCES, la Asociación Profesional de Mentores de España nos invitó a reflexionar sobre nuestra labor profesional en el 1Er Congreso Nacional de Mentores celebrado en España, donde se anunció además el acuerdo de colaboración con la EMCC, la mayor asociación internacional de mentores. Tuve el placer de participar en la mesa que dirimía las diferencias entre los distintos perfiles, de la mano de nuestro moderador, Ignacio Porroche, de Oficiónate y compartiendo panel con Beatriz Valderrama, socia directora de Alta Capacidad, Cristina Burzako, profesional del marketing en Telefónica y embarcada en el proyecto Wayra, José Antonio Ruiz de Emoziona y Manuel Losada de Atka Partners. En palabras de Beatriz, las fronteras entre esas figuras son líquidas. Me gustó la metáfora. Fronteras líquidas para poder adaptarse, en cada caso, a la sed o necesidad de quien requiere de tus servicios. Si no mediase una relación contractual, tal vez no fuera necesario poner una etiqueta a cada uno de los servicios, pero como la prestación del servicio parte de un acuerdo entre las partes, es importante saber qué espera el otro de mí, más allá de lo que tal vez necesite realmente o de lo que en realidad vayamos a compartir. A veces incluso a mí me cuesta decir cuál de las figuras ejerzo. Me cuesta «definirme» y he llegado a la conclusión de que la «etiqueta» busca definir no al profesional, sino un marco de actuación, una convención entre las partes. Las tres figuras comparten o deberían compartir profesionalidad y ética. El Mentor y el Coach, en mi opinión y en opinión de la mesa, ponen el foco en las personas y en el conocimiento que se va a transmitir a lo largo del proceso. En la evolución y desarrollo de «el otro». El Mentor desde la amorosa experiencia que acompaña, el Coach desde la herramienta que cuestiona y descubre. El consultor, por su parte, se centra más en el diagnóstico, el diseño del proceso y el resultado a conseguir. Tengo para mí, que toda empresa es una combinación de recursos humanos, materiales y financieros. Hasta hace poco, las empresas se enfocaron en el mejor manejo de los recursos financieros y técnicos. Tal vez porque es más sencillo ordenar un proceso, que lidiar con la complejidad del ser humano. Tras décadas dedicadas a consagrar la calidad del proceso, a la optimización de los recursos materiales y financieros, le ha llegado al hora al recurso más delicado y bello de todas las organizaciones: las personas. Tal vez por ello en muchos proyectos se mezclan las figuras. Son muchos los proyectos en los que, partiendo de los resultados, nos damos cuenta de que es imprescindible trabajar con las herramientas con las que contamos para lograrlos. Abordados los dineros y los procesos, incluso el consultor debe poner manos a la obra con los recursos humanos a su alcance. Y así las fronteras se diluyen todavía más y el Consultor del siglo XXI se adapta a las nuevas circunstancias, adopta herramientas de Coach o de Mentor según el caso. Idealmente, la semilla del cambio y del avance debe quedar instalada en la organización para permitir su crecimiento desde dentro. De este modo algunos de sus miembros permanentes se capacitan como coaches o mentores apadrinando procesos internos. Quiero pensar que estamos asistiendo a -que estamos participando en- una nueva revolución en el management y la gestión de las empresas. Ocuparse de las personas humaniza la empresa. Significa reconocer que toda empresa es un conjunto de talento reunido en torno a una visión compartida, unido para hacer algo juntos, algo de valor para nuestra comunidad, nuestro entorno y el planeta en el que vivimos. Reconocer que el objetivo es también ganar dinero y que se gana mucho más cuando todo tu talento se implica y compromete. Reconocer que la implicación y el compromiso no pueden exigirse cuando no se dan. Como en toda revolución emergente, los inicios son confusos y de pronto surgen profesiones que apadrinan el talento de todas las esquinas y con rituales más o menos espurios, que habrá quien tilde de «innovadores» (otra ola de moda). Con el tiempo, los resultados, el mercado y los clientes separarán el trigo de la paja. Y mientras nos vamos transformando juntos, buscando dotarnos de estándares o convenciones que nos permitan ubicarnos y ubicar al cliente. Es el líquido un elemento poderoso. Consigue adaptarse a la forma de la cavidad que lo contiene. Consigue horadar hasta el más duro de los materiales surcando y diluyendo suavemente sus aristas. Consigue dar forma con suavidad, acompañando. Diluye elementos diferentes dando lugar a nuevas mezclas… Es por tanto difícil ponerle puertas, límites o credenciales. El líquido adopta formas diferentes: duro como el hielo, pastoso como las emociones, líquido como la vida. Así las fronteras de nuestra labor adoptan formas diferentes. Coach, Mentor o Consultor, su voluntad final debe ser siempre poner al servicio del otro de forma ética y profesional lo que sé, lo que soy y lo que aprendo, para que juntos consigamos llegar más lejos y alcancemos metas mayores. Ofrecer a alguien desde la profesionalidad, la humildad y el compromiso, nuestra experiencia, nuestras herramientas o consejo es una forma de transformar, de saciar la sed, de transformar algo que busca nuevas formas, de crear algo conjuntamente. Y así, de esta y otras maneras, el pasado día 27 de febrero, de la mano de AMCES y en nuestro 1er Congreso, dimos por inaugurada la líquida frontera de la Mentoría Profesional al servicio del Emprendimiento y las Empresas. Marta Martínez Arellano Desarrollo de Personas y Organizaciones]]>
No hay comentarios