Pertenencia y utilidad

Pertenencia y utilidad

  • Escoge tu “look”: píntate, maquíllate, peínate como tu héroe o heroína profesional más admirada. Sonríe como lo haría ella sintiéndote al mando. Repite la acción todas las veces que sea necesario. Siente que estás trabajando cuando estás haciendo cualquier tarea: pasear al perro, hacer la compra, cuidar del hijo, la madre, o de la nieta… Siente cómo contribuyes al bienestar de los demás y paladea cómo contribuyes con ello al tuyo propio. Sácalo del ámbito de lo privado y apúntalo en el haber de la contribución al colectivo.
  • Apunta y escribe todas las cosas que haces por los demás. Y en la intimidad de tu cuarto… “ponte medalla!” No hace falta airearlo, sólo sentirlo como trabajo, como contribución, como “trabajo” más allá del afecto que todo lo da sin pedir nada a cambio. Pídete a cambio el reconocimiento personal e intransferible a tu labor.
  • Y si no haces nada por nadie… (o si te sobra tiempo) Apúntate a un voluntariado. El que sea, el que más te llame, el que antes te acepte… Abraza su causa, súmate al mundo de otros para que ellos te sumen al suyo.
  • Nos han educado para detectar con enorme rapidez los fallos, los errores, lo que está mal, lo que no funciona. Nos educaron -al menos a mí- en la cultura del esfuerzo y del “provecho común” que hace que valga la pena vivir con nosotras. Pero cuando te encuentras solo o sola y aislado de los demás, es difícil que los otros te digan lo mucho o bien que estás haciendo las cosas… Además, ¡seguro que no les creerías! Por eso, rebate esa voz que te machaca la cabeza con datos: apunta, apunta y comparte… Agradece cada día las ocasiones que tienes de hacer algo con o para los demás y así irás entrenando el músculo de la pertenencia, de la inclusión, de la utilidad y con él, el de la autoestima. Decían los mayas que está escrito el momento exacto en el que nuestra energía entra en este mundo, y también el momento en el que se va… Entre un momento y otro, todas las energías son necesarias, la tuya también. El mundo necesita esa energía tan tuya, tan genuina y especial como tú, atrévete a lucirla, a reconocerla en ti, a detectar por qué te hace tan especial y verás como las cosas cambian.       Marta Martínez Arellano Desarrollo de Personas y Organizaciones]]>

    1 Comentario
    • Celia Palacio
      Publicado a las 17:39h, 07 febrero Responder

      Querida Marta, me ha gustado mucho la reflexión que haces y además me invita a hacer la mía propia. En efecto, la necesidad de pertenencia es básica en el desarrollo afectivo de las personas desde que nacen. Primero necesitas pertenecer a tus padres y cuando vas desarrollando la conciencia de individualidad necesitas sentir que perteneces a tu familia.
      Respecto a la necesidad de sentirse útil, quizás sería consecuencia de la primera y dependería más de factores culturales. Ser útil para la comunidad ayuda a sentirse integrado en ella, pero en cada familia, en cada cultura, lo útil es diferente, depende de lo que se valore en cada una. Pienso en familias en las que se valoraba mucho en los niños saber dibujar bien, y en otras sacar buenas notas en Matemáticas y Física. Y en nuestra sociedad se valora mucho traer un sueldo a casa (cuanto más alto más valoración) y no se valora tanto a quien se ocupa de tener siempre lleno el frigorífico, la comida en el plato y la casa limpia. Y cada uno interioriza esa escala de valores, de ahí que los que no estemos trayendo ese dinero a casa tengamos que hacer un ejercicio importante, primero de revisión de esos valores, segundo de confrontación con ellos para ver si estamos siendo consecuentes con lo que más valoramos y si es así, por último, de auto reconocimiento por estar haciendo lo que queremos y podemos hacer en estos momentos. En este punto ayudarán mucho las tres acciones que nos propones. ¡ Muchas gracias!

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